domingo, 19 de junio de 2011
lunes, 16 de mayo de 2011
Entre sangre y lágrimas
Siempre estuve acompañado por el frío de mil noches de invierno, siempre fui aquel que caminó en torno a la depresión. Una y otra vez fui derrotado por mi propio ser y su cobardía mas profunda oculta tras heladas barreras de hielo. Siempre pensé que eso era el destino.
Jamás lo cuestioné...
El día de hoy despierto en un lugar diferente, aquel muro de cristal que nunca me atreví a cruzar se muestra frente a mi completamente agrietado y en momentos de desmorona parte por parte.
¿Es éste el resultado de todos esos días de sufrimiento?
Mis ojos reflejan solo el eco de la satisfacción de haber logrado algo, prevalece el sentir de que no hice nada para conseguir esto.
¿Es tan poco satisfactorio el hecho de vencer a la propia vida?
Me doy cuenta de que solo caminé el sendero de la pena y la desdicha para acrecentar el valor de mi recompensa, aunque esto solo es otra idea insegura que se unirá a las demás.
Nada fue como lo esperaba. El sol salio, alejo la oscuridad, me liberó de las cadenas que me limitaban y el tiempo pasó.
¿Donde está?
Después de tantos días, aquella persona del otro lado desapareció de mi vida junto con el cristal. No la volví a ver y aunque nadie notó el cambio, aunque nadie supo nada de mi pasado o de mi presente, yo me sentía mas vació que antes.
No tengo la sensación de calma que esperaba luego de enfrentar la oscura revelación de aquel entonces y comienzo a pensar que se debe a que no gané de la forma que yo quería.
La vida me había dado ventaja, me había dejado descansar de mi dolor.
Eso no es lo que necesito.
Y nuevamente estoy en ese lugar, una vez mas la barrera se hace presente frente a mi, pero esta vez no hay nadie del otro lado. Ya no veo una razón para intentar cruzar pero no quiero conformarme. No quiero poner fin a esto sin más, quiero cambiarlo...
Mis puños ensangrentados, mis ojos llenos de lagrimas, mi alma pide a gritos un respiro. Ya no me quedan fuerzas para seguir peleando contra la barrera que yo mismo deseé volver a enfrentar. Sin nadie a mi alrededor, sin motivos para levantarme, solo me encuentro de rodillas entre la frialdad de la penumbra. Nadie se dio cuenta de mi ausencia, por eso nadie me da motivos para regresar a esa vida fácil que se me otorgó por momentos...
Miles de personas de un lado...
Solo una del otro lado y que se ausenta en el momento en el que necesito su ayuda.
¿Qué sentido tiene?
Las lagrimas que se derraman se mezclan con la sangre, con los fragmentos del primer cristal y me reflejan en un mundo diferente que me muestra de una manera cruel que no voy a poder salir...
Todo mi pasado se reúne en mi corazón y con un último esfuerzo busco crear un futuro diferente pero...
El dolor jamas fue tan insoportable,
la tristeza tan profunda,
el miedo tan inmenso,
el odio, la desdicha, la pena...
Un completo caos emocional dominó mi interior, pero nadie notó la diferencia.
Jamás vieron la verdad...
Creí que nadie podría ver realmente como son las cosas, pero hay alguien que presenció todo, algo interior me permite saberlo. Presenció cada segundo, todo lo que hice, todo lo que paso y lo que sentí. Esa persona no está a mi lado pero ambos sabemos desde lugares diferentes que enfrentamos lo mismo, estamos en el mismo lugar pero en sitios diferentes del universo que existe dentro de nosotros mismos, el cual compartimos en soledad.
Conseguí una respuesta, conseguí cambiar las cosas.
Logramos vencer, lograste vencer, me ayudaste a vencer.
La vida no dio un giro, nosotros comenzamos a vivir la vida.
Pero esta vez de un modo diferente.
martes, 15 de febrero de 2011
.- Y eso finaliza aquí, pero comienza en otro lugar.
Pero ¡no me quedaré encerrada en éstas cuatro paredes! Me dije y salí de nuevo hacia aquel lugar.
Tenía que llegar cuanto antes, porque caminando tan rápido, con los auriculares tan aferrados a mis orejas y la música que me apunaba, bajaría un poco el nivel de nerviosismo.
La noche estaba a mi favor, el fresco me mantenía estable y el viento me lavaba la cara. Dude un poco al salir de casa, una mujer sola y entumecida, a la madrugada, era un buen blanco para cualquiera. De todos modos no tenía nada que perder y a lo sumo ganaría un poco de tranquilidad.
Pero mientras caminaba, empecé a repasar con dureza mis acciones del día. Lo fácil que es para algunas personas engañarme, lo difícil que es para mi conservar la paz y recordar que estoy hecha de paciencia. Y sobre todo, que estaba hablando sola.
Comencé por reírme y luego por preguntarme si de verdad todo esto no sería un problema. Sin darme cuenta y con todas esas preguntas en la cabeza había terminado en el mismo árbol que la otra vez. Las estatuas seguían sin juzgar y las sombras ya no estaban. Habían arreglado los faroles que estaban cerca de la fuente de agua y agregaron otras que iluminaban el camino de tierra que giraba en torno a todo el parque. Me sentía más segura a pesar de que ni siquiera tenía un encendedor para amenazar a alguien.
Cuando ago te queda en la cabeza rondando, es difícil sacártelo. Pensé y luego me di cuenta que todo sería más fácil si solo me dedicaba a respirar. Así que eso hice, respiré lento y profundo hasta que ni siquiera sabía porque discutía conmigo misma.
Un presentimiento salio de aquellos pensamientos. Podía imaginar que alguien me había estado observando. Pero era una cara muy borrosa y apagada. No sentí miedo pero si algo de curiosidad. No pude indagar más en mi mente. Pero sentí como si en ésta noche, esa cara se haría realidad.
sábado, 12 de febrero de 2011
Cristal
lunes, 7 de febrero de 2011
En aquel parque
Y el corazón se dejó escurrir como el agua.
En ésta noche solo deseaba volver a ver las estatuas de aquél parque, quienes han sido testigos de todos los recuerdos humanos que habitaron en éste lugar. Ellas no juzgan, se están quietas, esperando que la luna les de vida y belleza… a la madrugada de un sábado. Eran quienes más me escuchaban y comprendían.
Quedarme toda la noche entre árboles e insectos, ese era mi plan. El frío viento desquebrajaba mi cara, y mis ojos le huían a su dureza de vacío.
Me quedé sentada debajo de un gran paraíso, con las manos en los bolsillos. Antes que se volvieran de piedra.
El rocío me enfriaba la nariz y el cabello se mezclaba con la oscuridad y las sombras de los árboles.
El sonido de quienes invocan a la luna era todo lo que escuchaba, sumado a aquellos perros de la noche que aullaban para orientar a las almas perdidas.
Mientra me ponía a pensar en la buena idea que hubiese sido traer un poco de ron para calentar el cuerpo, cerré los ojos y comencé a respirar aquello que parecía limpiarme por dentro.
Prometí que ya no iba a llorar por debilidad. Que lo haría por razones con voz.
Pero la garganta dolía. Y el silencio había estado gritándome y aturdiéndome toda la semana.
De mi casa al trabajo y del trabajo a dormir. Los días eran largos y eternos. Pero la felicidad en ellos era de segundos.
Majestuoso aquellos astros que nos iluminan en el cielo. En ese parque no había nada que alumbrar, excepto la tristeza de mis pupilas candadas.
Mi boca reseca ya no podía cantar, se había gastado las últimas canciones en rencores y odios.
¿A dónde iba a parar ésta noche?. Es lo que me preguntaba. Cuestionándome si debía ir de fiesta con aquellos que decían ser los mejores amigos que una melodramática podía tener. O simplemente quedarme ahí hasta que el sueño me quitara el poder de seguir pensando en todo aquello que me destruía.
Oh luna, desearía ver tus ojos. Encender por dentro el hielo que se ha creado en mi iris. Que tus rayos me sane, y se lleven los finales abiertos y las malas jugadas.
Ayúdame ésta noche, a encontrar esa paz que tanto necesito, y poder ver… realmente aquella mujer fuerte y de hierro que llevo en mí.
Ésta noche, que alguien caliente mi alma por mi. Ésta noche que una nueva partida, empiece para mí.